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Microplásticos en las abejas, una señal para cambiarlo todo.

Por: Tamara Rosales
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A principios de mayo se liberó un estudio realizado en Copenhague, capital de Dinamarca, que indica por primera vez el hallazgo de microplásticos en abejas. Estos fragmentos se generan por la desintegración de los plásticos, que consumimos y desechamos día a día, a causa del roce de estos con la tierra, el agua, el aire u otros elementos.

Gracias a la capacidad de adherencia que tienen las abejas y a los recorridos diarios, de casi 14 km, que realizan para encontrar flores y polen, se convierten en pequeños biomonitores que indican la presencia de microplásticos en el aire, captando estos polímeros que pueden ser incluso más pequeños que un pelo.

Autor: Propiedad del estudio Honeybees as active samplers for microplastics.
Texto alternativo: Muestras de microplásticos en abejas, resultado del estudio Honeybees as active samplers for microplastics.

A pesar de ser un gran avance para la ciencia cuantificar con más detalle el alcance de la contaminación por plástico, estos hallazgos se suman como un factor de riesgo en la reducción de la población de abejas del mundo, junto a “las prácticas agrícolas intensivas, el monocultivo, el uso excesivo de productos químicos agrícolas y a las altas temperaturas altas asociadas al cambio climático”, según indica la FAO

De hecho el microplástico actúa como una esponja que absorbe toxinas y gérmenes, por lo que esto “podría afectar la salud de las abejas y con ello poner en peligro su esencial rol en la polinización, proceso que permite la reproducción de las plantas y con ello la generación de frutos y semillas, por lo tanto influye en la producción de los alimentos que consumimos día a día, como también en la multiplicación de las plantas en los ecosistemas, que sostienen la vida sobre el planeta”, Camila Muñoz Tapia, Coordinadora de Ecoeducación en Fundación Mingako. 

Los resultados del estudio, “Honeybees as active samplers for microplastics”, son una alarma de la naturaleza para comprender que estamos llevando al límite a los ecosistemas a través de la cultura del despilfarro, que consume y desecha, y al modelo de producción lineal, que extrae recursos naturales a un ritmo que supera la regeneración por parte de la naturaleza.

Incluso, de los 13 tipos de plásticos encontrados en el estudio, el más frecuente es el poliéster, el cual es utilizado principalmente por la industria textil, la segunda industria más contaminante del mundo, según la ONU. Y cabe señalar, que la primera industria más contaminante, es la petrolera, la cual destina aproximadamente un 4% de la extracción de petróleo mundial para la producción de plásticos. 

¿Alternativas? Incluso si dejamos de producir plástico en todo el mundo, tenemos toneladas y toneladas de desechos plásticos acumulados que aún tienen una vida útil de cientos de años, entonces ¿por qué no darles un segundo ciclo de vida? 


Autora: Marcela Melej. 
Texto alternativo: Muestras de mosquetones con plástico reciclado por máquinas Precious Plastic en Fundación Mingako.

La economía circular y proyectos como Precious Plastics, abren una puerta para repensar los hábitos de consumo y el sistema de producción que nos tienen en la actual crisis ecológica y climática, y ofrecen una ruta para la “construcción de una relación armónica entre seres humanos y la naturaleza”, el buen vivir. 

En este sentido, es importante avanzar hacia una ética biocéntrica, comprendiendo que al igual que las abejas somos parte de un gran ecosistema mundial y que nuestras elecciones y hábitos diarios, nos hacen actrices y actores de cambio en nuestros propios territorios. 

Si quieres profundizar en estas problemáticas socioambientales y conocer alternativas para otro mundo posible, desde la sustentabilidad comunitaria, revisa el libro De los desechos a los hechos de Fundación Mingako.

Palabras claves: microplásticos, abejas, contaminación por plástico, economía circular, consumo responsable, crisis ecológica y climática, ecoeducación.

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