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Este es el ingrediente que debes evitar para no engordar

Por: María Giacoman
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Científicos han descubrieron que un componente que tienen las frutas podría tener alguna relación con engordar. Este apuntaría al metabolismo.

Durante años, los expertos en nutrición han estado enfrascados en un debate sobre la causa principal de la obesidad y a engordar. Algunos culpan al exceso de calorías, otros señalan a los carbohidratos, y hay quienes apuntan a las grasas como los villanos. Esta confusión ha llevado a una serie de recomendaciones contradictorias, desde reducir el azúcar hasta eliminar los carbohidratos o grasas.

Sin embargo, un artículo publicado en la revista Obesity propone una teoría unificadora que pone fin a este debate. El culpable en cuestión es un azúcar en particular: la fructosa.

La fructosa tendría alguna relación con engordar

Fructosa tendría relación con engordar
Fructosa tendría relación con engordar

Según Richard Johnson y su equipo de investigadores en la Universidad de Colorado, la fructosa, presente en el azúcar de mesa y en el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa que se encuentra en muchos alimentos, es el verdadero desencadenante de la obesidad.

El cuerpo puede convertir los carbohidratos, en particular la glucosa, en fructosa. Cuando se metaboliza la fructosa, disminuye la energía activa en el cuerpo, lo que provoca hambre y un aumento en la ingesta de alimentos.

Johnson llama a esta idea la "hipótesis de supervivencia de la fructosa". Esta hipótesis une varias teorías dietéticas sobre la obesidad, incluyendo la teoría del equilibrio energético, que sostiene que el exceso de comida, especialmente grasas, provoca la obesidad, y el modelo de carbohidratos-insulina, que coloca a los carbohidratos en el centro del aumento de peso.

En resumen, todas estas teorías convergen en un punto en común: la fructosa. La fructosa es lo que hace que nuestro metabolismo se ralentice y perdamos el control del apetito, pero las grasas se convierten en la principal fuente de calorías que nos hace aumentar de peso.

Para ilustrar este concepto, podemos mirar a los animales que hibernan. Cuando tienen hambre y poca energía, entran en modo de supervivencia. Los osos, por ejemplo, se preparan para el invierno comiendo frutas ricas en fructosa.

La fructosa reduce significativamente su energía activa, y la grasa actúa como una reserva de energía. Sin embargo, la fructosa bloquea el uso de la grasa como fuente de energía, lo que mantiene su energía activa baja, como si estuvieran listos para una larga siesta de invierno.

Esta teoría considera la obesidad como un estado de baja energía y sugiere que identificar y controlar la ingesta de fructosa podría ser la clave para prevenir y gestionar el desequilibrio metabólico relacionado con la obesidad y engordar.

Aunque se necesita más investigación para validar por completo esta hipótesis, es un paso prometedor hacia una comprensión más profunda de la obesidad y posibles enfoques más específicos para su prevención y tratamiento.

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