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‘Born in the USA’ sigue siendo una de las canciones más incomprendidas de Bruce Springsteen

Por: The Conversation
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En 1984, el álbum encabezaba las listas de éxitos y Ronald Reagan, que se presentaba a la reelección, dijo ante un público de Nueva Jersey que él y el Boss compartían el mismo sueño americano. Springsteen discrepó vehementemente.

Elton John, Adele y R.E.M. lo hicieron. También Rihanna y los Rolling Stones. Si Donald Trump intentara utilizar su música, Taylor Swift probablemente también lo haría.

Muchos músicos han dicho “no” cuando los políticos han intentado utilizar su música para hacer campaña. Pero puede que Bruce Springsteen sea el más famoso de todos.

En septiembre de 1984, “Born in the U.S.A.” de Springsteen encabezaba las listas de éxitos, y Ronald Reagan, que se presentaba a la reelección contra Walter Mondale, dijo ante el público de Nueva Jersey que él y el cantautor compartían el mismo sueño americano.

Springsteen no estaba de acuerdo.

Tres días después, actuando en Pittsburgh, Springsteen explicó su versión de ese sueño.

“Al principio, la idea era que todos viviéramos aquí un poco como una familia en la que los fuertes pueden ayudar a los débiles, los ricos pueden ayudar a los pobres. Ya saben, el sueño americano”, dijo entre canción y canción. “No creo que fuera que todo el mundo iba a ganar mil millones de dólares, sino que todo el mundo iba a tener la oportunidad y la posibilidad de vivir una vida con algo de decencia y algo de dignidad”.

El 4 de junio de 2024 se cumplen 40 años de Born in the U.S.A., el álbum más vendido de Springsteen. En mi reciente libro describo el intento del presidente de utilizar las letras de Springsteen para apoyar su visión evangélica, que incluía recortar el bienestar, potenciar el ejército y acabar con el aborto, todas ellas posiciones muy queridas por la derecha religiosa.

Springsteen tenía una visión diferente, y el intento de Reagan de cooptarla impulsó al cantante a ser más explícitamente político en sus palabras y acciones.

Cegado por la luz

La confusión sobre Born in the U.S.A. es fácil de entender. Basta con mirar la portada del álbum.

Springsteen aparece de espaldas frente a una enorme bandera estadounidense. Las franjas rojas y blancas de la bandera, junto con la camiseta blanca, los vaqueros azules y la gorra de béisbol roja de Springsteen, gritan “América”.

Entonces, ¿por qué una foto del culo del roquero de vaqueros azules cuya pose grita juventud, sexo y fanfarronería?

La foto es un test de Rorschach, un mensaje contradictorio intencionado.

Hombre con camiseta blanca sin mangas metida por dentro de unos vaqueros, visto desde atrás.
Hombre con camiseta blanca sin mangas metida por dentro de unos vaqueros, visto desde atrás.
 

Springsteen definió la canción homónima del álbum como “una de mis mejores y más incomprendidas piezas musicales”. Se mueve al ritmo de una batería contundente y un persistente estribillo del sintetizador. La ronca voz de Springsteen puede hacer que sea difícil entender la letra, que expresa la angustia de un veterano de Vietnam que se arrepiente de haberse alistado y se enfrenta al desempleo en su país.

Sin embargo, el estribillo de la canción, que Springsteen canta con orgullo y en voz alta, con el puño en alto, repite “Born in the U.S.A., I was born in the U.S.A.” (“Nacido en Estados Unidos, yo he nacido en Estados Unidos”).

Springsteen estaba haciendo dos cosas: criticar la guerra y el posterior trato a los veteranos y afirmar su derecho de nacimiento estadounidense. La canción era, en sus palabras, “una reivindicación de una voz patriótica ‘crítica’ junto con el orgullo de haber nacido en ese país”.

El toque humano

Pero su mensaje no llegó a muchos oyentes, incluido el columnista conservador George Will, a cuya esposa le habían regalado dos entradas para un concierto.

Después, Will dijo a sus lectores del Washington Post que Springsteen “no es un quejica, y la lista de fábricas que han cerrado y de otros problemas siempre parece puntuada por una afirmación alegre: ‘Born in the U.S.A.!’”.

Will, uno de los favoritos del círculo íntimo de Reagan, fue probablemente el origen de la opinión errónea que sostuvo el presidente de que Springsteen y él compartían el mismo sueño americano.

Springsteen escribía sobre la gente corriente: conductores de autobús, obreros, camareras y policías. Reagan necesitaba sus votos, pero no todos eran su gente. Sus políticas fiscales beneficiaron a los estadounidenses ricos y a las empresas pero hicieron poco por las familias trabajadoras y los pobres.

Springsteen lo dijo en una entrevista en Rolling Stone a finales de 1984: “Y ves los anuncios de la reelección de Reagan en la tele, ya sabes: ‘It’s morning in America’ (‘Es por la mañana en América’). Y dices, bueno, no es por la mañana en Pittsburgh. No es por la mañana por encima de la calle 125 en Nueva York. Es medianoche”.

En la misma entrevista, Springsteen admitió que había votado por última vez en 1972, cuando su candidato, George McGovern, perdió frente al republicano Richard Nixon. Su preferencia, dijo, era la “política humana”: acciones concretas con un efecto directo en las comunidades locales.

Lo puso en práctica en el concierto de Pittsburgh que siguió al anuncio de Reagan. Hizo una donación de 10 000 dólares a un banco de alimentos para trabajadores del acero en paro e instó a su público a apoyar también la causa. Desde entonces, sus donaciones a los bancos de alimentos locales son habituales en sus conciertos.

La tierra prometida

Reagan expresó su sueño americano en discursos y entrevistas.

Creía que Dios había bendecido a Estados Unidos con la libertad, una libertad encarnada en el libre mercado, un gobierno limitado y la libertad de vivir de acuerdo con las propias creencias religiosas.

Springsteen ha hecho de su sueño americano el tema de su música: una nación que acoge a los inmigrantes, condena el racismo y se opone a la desigualdad económica. Su gente se mantiene unida incluso –especialmente– en medio de la tragedia.

Antes de que Reagan le citara como inspiración republicana, Springsteen se contentaba con dejar que su música transmitiera su política. Después, fue más sincero, a menudo improvisando sobre una de sus frases favoritas: “Nadie gana, a menos que todo el mundo gane”.

En 2004, se lanzó a la política electoral, apoyando la candidatura presidencial del demócrata John Kerry. En un gran mitin en el Medio Oeste, advirtió de que los ideales defendidos en su música estaban en peligro: “‘United we stand’ (‘unidos resistiremos’)… y ‘una nación indivisible’ no son sólo eslóganes. Tienen que seguir siendo los principios rectores de nuestra vida pública”.

Cuatro años después, Springsteen hizo campaña por Barack Obama y de nuevo en 2012. Apoyó a Hillary Clinton en 2016, y en 2020 volvió a versionar “My Hometown” para un anuncio de la campaña de Joe Biden.

Sin rendición

En mayo de 2024, se cerró el círculo cuando Donald Trump, el candidato presidencial putativo del Partido Republicano, mencionó a Springsteen en un mitin en Nueva Jersey. Pero esta vez, no para elogiarle.

Llamó a Springsteen “pirado”, antes de afirmar que el Boss y otros “cantantes liberales” habían votado por él en 2020. Luego Trump añadió falsamente que su público era más numeroso que el de Springsteen.

Pero Springsteen dejó clara su opinión sobre el candidato en una entrevista de 2020, cuando Trump se presentaba a la reelección: “No sé si nuestra democracia podría soportar otros cuatro años bajo su custodia”.

La reciente colección de estándares de R&B de Springsteen se titula Only the Strong Survive, y en la portada el roquero aparece vestido de negro, canoso pero animado, mirando directamente al espectador.

Con el título, “solo los fuertes sobreviven”, ¿está insinuando que la visión evangélica de Reagan y el enfoque darwinista de la economía han aplastado el propio sueño americano de Springsteen?

¿O su pose de seguridad transmite su creencia de que todavía “hay tesoros por explotar, para cualquier hombre trabajador que se establezca en la tierra americana”?

The Conversation
The Conversation

Diane Winston ha donado pequeñas cantidades, menos de 50 dólares, a candidatos demócratas estadounidenses y ha donado pequeñas cantidades a grupos que ayudan a conseguir el voto.

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