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Te explicamos qué es el hambre emocional, ese que nace cuando estamos tristes

Por: Constanza Khamis
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Conocido como una práctica que ocurre incluso cuando estamos satisfechos, el hambre emocional puede desarrollarse cuando estamos, por ejemplo, tristes.

Cada vez se está tomando conciencia del término "relación con los alimentos". Y es importante considerarlo, dado que la forma en cómo recurrimos a estos, o cuando decidimos consumirlos afecta directamente a la salud, más cuando se trata del hambre emocional.

Michelle Labbé, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Andrés Bello, comentó a la sección Qué Pasa de La Tercera, que la relación entre la ingesta de alimentos y las emociones es compleja y puede variar de una persona a otra según sus experiencias de vida.

El hambre emocional

Hambre emocional
Hambre emocional

"Estas emociones pueden tener un impacto importante en nuestros hábitos alimentarios y en nuestro estado nutricional, asociándose al sobrepeso y obesidad", aclaró la especialista al medio citado. "Existen alimentos que pueden influir en nuestro estado anímico, generando una interconexión entre nuestras emociones, los patrones alimentarios y nuestro estado de salud y nutrición".

La experta definió al hambre emocional como la propensión a comer en respuesta a las emociones. Esto quiere decir que nuestro estado de ánimo puede influenciar cuánto y qué es lo que uno consume.  "Puede llevarte a elegir ciertos alimentos, generalmente altos en grasa, como pizza, papas fritas, etc.; o ricos en azúcar, como chocolates, helados, dulces y postres; lo que conocemos como comidas confort, pues solemos relacionarlos con alegría o satisfacción", agrega Labbé.

Pero esto también sucede cuando esta necesidad de comer a pesar de no tener hambre real, se relaciona a estados emocionales como el estrés, la ansiedad, la preocupación, la tristeza, la soledad o el aburrimiento. Este tipo de sensación puede seguir incluso si terminamos de comer y estamos realmente satisfechos, solo que el cerebro no lo interpreta así.

"Cuando comemos por motivos emocionales, estamos utilizando los alimentos para aliviar estos sentimientos negativos y sentirnos mejor, y no porque nuestro cuerpo lo requiera. Desafortunadamente, los alimentos no solucionarán nuestros problemas, sino por el contrario, muchas veces nos hacen sentir peor, ya que agregamos el sentimiento de culpa", declara la experta en nutrición.

"Las elecciones alimentarias pueden influir en la percepción que tenemos de nosotros mismos y en nuestra autoestima. Además, puede que se te haga más difícil controlar tu peso y puede que te sientas impotente para controlar lo que comes y como te sientes", agregó Labbé, que define como un problema cuando comemos como respuesta a sobrellevar distintas circunstancias de nuestras vidas.

Ahora bien, la solución se encontraría en nuestras manos, Labbé sugiere seguir la práctica de la alimentación consciente o el llamado Mindful Eating, que puede ayudarte hacer vínculo entre tu cerebro y el cuerpo para reconocer más fácilmente si tienes hambre fisiológica -real-, y detectar cuándo te sientes realmente satisfecho.

"Al comer de forma más consciente estás poniendo la atención a tus motivaciones, a los pensamientos y emociones hacia la comida, a reconocer las situaciones que te impulsan comer, y las elecciones que estás tomando, y que normalmente no notarías", reconoce la especialista. 

Sobre esto último, te recomendamos lo siguiente:

  • Pregúntate antes de comer: ¿Por qué estoy comiendo?
  • Conéctate contigo mismo y evita las distracciones.
  • Trata de comer con más calma. Intenta dejar el tenedor sobre el plato entre bocados y tómate unos 10 a 15 minutos antes de repetirte más comida.
  • Maneja tu ambiente. Reconoce las situaciones que te llevan a comer sin tener hambre fisiológica. 

La nutricionista recomienda también buscar ayuda profesional si el afectado o afectada tiene problemas alimentarios.

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