El audaz plan de los científicos para tratar de salvar el hielo marino del Ártico
Como le hemos contado anteriormente el hielo marino en la Antártida ha registrado niveles sin precedentes, fenómeno que apunta a un cambio significativo en el comportamiento del hielo en esta área, por lo que científicos crearon un “loco” plan.
Conforme el hielo marino se reduce, la superficie oscura del océano puede absorber más energía solar, lo que contribuye al aumento del calentamiento. Por esta razón, los investigadores están interesados en aumentar su espesor con el fin de evitar su fusión.
Este es el extremo más radical de la geoingeniería, donde exploramos la idea de intervenir deliberadamente en el sistema climático de la Tierra en un intento por mitigar los daños que hemos infligido.
La geoingeniería abarca también esfuerzos más ampliamente aceptados para capturar los gases que contribuyen al calentamiento global, tales como la reforestación y la captura y almacenamiento de carbono bajo tierra.
Sin embargo, algunas medidas más experimentales buscan ir un paso más allá, tratando de disminuir la cantidad de energía absorbida por la Tierra. Experimento al que muchos científicos se oponen firmemente, ya que, advierten que tales intentos desvían la atención del paso crucial de reducir las emisiones de carbono y corren el riesgo de ocasionar más daño que beneficio.
Sin embargo, un reducido grupo de defensores argumentan que sus enfoques podrían brindar ayuda al planeta mientras la humanidad trabaja en limpiar sus acciones. El propósito del experimento es aumentar el grosor del hielo marino lo bastante como para detener o incluso revertir el derretimiento que ya se ha observado.
El proyecto para salvar el hielo marino
"En realidad, no sabemos lo suficiente para determinar si es una buena o mala idea", admite el Dr. Fitzgerald líder del equipo del Centro para la Reparación del Clima, de la Universidad de Cambridge, a cargo del proyecto.
Los investigadores han estado enfrentando duras condiciones en Cambridge Bay, una pequeña comunidad canadiense situada en el Círculo Polar Ártico, donde están perforando un agujero en el hielo marino que se forma naturalmente en invierno y están bombeando alrededor de 1.000 litros de agua de mar por minuto a la superficie.
Al exponerse al frío aire invernal, esta agua de mar se congela rápidamente, lo que contribuye a aumentar el grosor del hielo en la superficie. Además, el agua también compacta la nieve circundante. Asimismo, dado que la nieve fresca actúa como una capa aislante efectiva, ahora es más factible la formación de hielo en la parte inferior en contacto con el océano.
"La idea es que cuanto más grueso sea el hielo, al final del invierno, más tiempo sobrevivirá cuando entremos en la temporada de deshielo", explica Ceccolini de Real Ice, una empresa británica que lidera el viaje, a través de una conexión Zoom irregular desde el interior de una carpa blanca ondeante.
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