Mujeres de un campamento en San Antonio sueñan con su casa propia
Aquí Somos Todos viajó hasta San Antonio, en la región de Valparaíso, para conocer la historia de un grupo de mujeres que a base de mucho esfuerzo han sacado adelante a sus familias.
Se trata de la Villa Esperanza, un campamento compuesto por nueve mujeres y sus 22 hijos. Quien lidera esta comunidad es Elizabeth Salinas, que en diciembre de 2019 junto a un grupo de vecinas se tomaron el terreno de la calle Manuel Montt y con permiso de la municipalidad se instalaron a vivir.
Poco a poco fueron llegando quienes hoy componen esta maravillosa comunidad, que hoy ya no se consideran vecinos, sino que una verdadera familia.
“Si ahora usted me pregunta a mí cuantos hijos tengo ahora, tengo a todos los niños que tengo acá y todos mis hijos, porque para mí es una familia, y voy a luchar por ellos y por todos los niños de la vida”, nos contó Elizabeth.
Otras de las mujeres que vive en este campamento es Cristina Becerra, que llegó escapando de la violencia de su pareja: “Él era muy agresivo por los celos. (…) Yo tenía una orden de alejamiento con él. Él llegó a mi casa, me pegó, se puso atrevido con mi mamá. Y ahí tuvimos que llegar a la justicia, y a él se lo llevaron detenido”, nos señaló Cristina.
El esfuerzo de las mujeres de San Antonio
Las historias de cada una de las mujeres que conforman esta comunidad es digna de admirar, ya que han logrado salir adelante pese a todas las dificultades. Algunas llegaron a Villa Esperanza de San Antonio, luego de que quedarse sin casa, otras fueron maltratadas y otras abandonadas por sus familiares.
Hoy su sueño es poder tener su casa propia, por lo que han hecho esfuerzos para juntar dinero y postular a un subsidio.
Juntas se han convertido en algo que va mucho más allá de simples vecinas: “Con todas las personas que están aquí, yo no tengo nada que decir de ellos, porque ellos me acogieron súper bien. Han sido más familia que mi familia”, nos comentó Cindy Garrido, otras de las integrantes de este campamento.
Al ser consultada sobre qué gana con todo este esfuerzo que entrega a diario, Elizabeth nos señala que es algo “que yo creo que muy pocas personas van a ganar en la vida. Es una satisfacción, una alegría en el corazón de decir No quiero nada a cambio, sólo quiero que ellos tengan un plato seguro de comida a diario, que nadie los maltrate, que nadie los humille, y un techo. Nada más, ese es mi pago. Yo no quiero nada para mí”, nos manifiesta.
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