¿Power Woman? Redefiniendo el rol del liderazgo femenino en la era moderna
Columna por Francisca Vargas, psicóloga, autora y experta en liderazgo femenino.
Recién en 1949 las mujeres obtuvieron el derecho a voto en nuestro país. Si miramos con perspectiva la historia, observamos el oscuro panorama histórico de silenciamiento femenino, en donde el espacio público, el poder y la influencia eran terrenos prohibidos para nosotras.
Aunque los últimos años han sido testigos de avances significativos en la introducción de las mujeres en el mundo laboral, aún enfrentamos barreras internas y externas que son potentes y que merman nuestra confianza personal en un mundo culturalmente masculino.
Una creencia limitante que persiste en coartar el desarrollo femenino, es la noción de que debemos estar constantemente demostrando perfección, “puedo todo”, la respuesta es sí, podemos con todo ¿pero con todo al mismo tiempo? Ser poderosa no es sinónimo de omnipotencia, sino de poner límites y reconocer que no siempre se puede y está bien aceptarlo.
Creemos que no tenemos derecho ni opción a equivocarnos, esta idealización es la consecuencia cultural de valoración y reconocimiento. Esta autoexigencia y autocrítica termina limitando nuestro desarrollo y proceso creativo.
El ensayo y error es parte del proceso en que las personas desarrollamos conocimiento, innovación y logramos dar con respuestas frescas a los desafíos de hoy. La genialidad y maestría no florecen sin un sustrato de errores. Que las mujeres no nos permitamos fallar, limita seriamente nuestra capacidad, lo que nos ocasiona una serie de oportunidades profesionales y personales.
Necesitamos atrevernos a incomodar, desafiar las estructuras predeterminadas y sobre todo normalizar la posibilidad de equivocarnos, aplicando un Liderazgo Intuitivo en nuestras acciones estamos enfrentándonos a los obstáculos impuestos por la subordinación patriarcal y una cultura con roles y prejuicios.
De esta manera podremos afirmar con certeza de que no necesitamos estar constantemente demostrando nuestro valor a través de la autoexigencia y que no existen espacios limitantes de poder e influencia siendo auténticas. Confiando en que nuestro valor reside en nuestra naturaleza auténtica.
Las mujeres de hoy necesitamos internalizar la seguridad de ser quienes somos, que es seguro ser poderosa, y que también es seguro sacar la voz para traer nuestras ideas auténticas como aporte al mundo. Este es un llamado a redefinir el liderazgo, a abrazar nuestra singularidad y rechazar la idea de que el error sea una sombra sobre nuestro potencial.