Mansplaining: la conducta masculina que casi todas hemos enfrentado

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¿Te ha pasado que estás hablando sobre un tema del que sabes, y un hombre llega a “explicártelo mejor”? En breves palabras, eso es el tan comentado mansplaining; la conducta masculina de explicar cosas a las mujeres en un tono paternalista y condescendiente, sean expertos en el tema o no, y sin considerar si quiera que la mujer pueda tener más conocimientos que él sobre el tema.

Quizás ya has escuchado el término, y si no, te contamos que se acuñó hace aproximadamente 12 años, y es una mezcla entre las palabras de habla inglesa man (hombre) y explaining (explicación). Surgió de un ensayo escrito por Rebecca Solnit llamado “Los hombres me explican las cosas: los hechos no se interpusieron en su camino”, en el que relataba una anécdota que le ocurrió en una fiesta.

Mansplaining
Mansplaining

Un hombre le habló porque había escuchado que ella “había escrito algunos libros”. Ella le dijo que efectivamente era así, y comenzó a contarle de su última obra sobre Eadweard Muybridge. El hombre la interrumpió, y le preguntó si había escuchado sobre el “muy importante libro de Muybridge que salió este año”, sin siquiera considerar que podría ser el de ella, como efectivamente lo era.

Slonit no acuñó el término, pero definió esta situación como algo “que toda mujer conoce”. Unos meses después en redes sociales y en referencia a esta situación, apareció la palabra mansplaining, que fue ganando popularidad de a poco, hasta convertirse en el término que hoy, con el auge del feminismo, cada vez más mujeres condenan.

Porque para ninguna mujer es necesario que un hombre venga a explicarnos “mejor” algo que ya sabemos, asumiendo que pueden “ayudarnos”, sin preguntar, y cuando realmente no lo necesitamos.  Y muchas veces por no crear conflicto, por educación, o simplemente porque apreciamos “que quieran ayudarnos”, lo dejamos pasar, e incluso les agradecemos darse el tiempo.

Mansplaining: cuando no hay autoridad

Y no se trata de hacer callar a los hombres cada vez que quieran decir algo. Si un profesor por ejemplo, quiere explicar algo a una alumna, ahí no hay “mansplaining”, es simplemente una persona que sabe más, explicando a otra que sabe menos. Lo mismo pasa en varias situaciones cotidianas. Si un cocinero le explica a una mujer cómo hacer un plato, y ella no es experta en el tema, no tiene nada de malo.

"Los hombres me explican cosas, a mí y a otras mujeres, independientemente de que sepan o no de qué están hablando. Algunos hombres", puntualiza Solnit.

"Todas las mujeres saben de qué les estoy hablando. Es la arrogancia lo que lo hace difícil, en ocasiones, para cualquier mujer en cualquier campo; es la que mantiene a las mujeres alejadas de expresar lo que piensan y de ser escuchadas cuando se atreven a hacerlo; la que sumerge en el silencio a las mujeres jóvenes indicándoles, de la misma manera que lo hace el acoso callejero, que este no es su mundo. Es la que nos educa en la inseguridad y en la autolimitación de la misma manera que ejercita el infundado exceso de confianza de los hombres"

El problema es cuando la mujer es la experta, y el hombre simplemente por ser hombre cree que tiene más conocimientos y puede darle consejos. Esto se nota especialmente en temas de intrínsecamente femeninos, en la que ningún hombre, por experto que sea, se atreve a dar consejos.

Un ejemplo que no puede ser más claro: la lactancia materna. No hay ningún hombre en este planeta que viva esa experiencia, y dar consejos al respecto es una clara actitud de mansplaining. Porque a no ser que sea un doctor experto en el tema (que de igual forma nunca va a vivir la experiencia), ningún hombre tiene la autoridad para dar su opinión.

En conclusión, el mansplaining implica que un hombre desacredita la autoridad de la mujer sobre algún tema, por no creerla capaz simplemente por ser mujer, por lo que es una actitud que no podemos aceptar y que es necesario erradicar para construir el mundo igualitario por el que todas luchamos.  

 La batalla contra los Hombres Que Explican Cosas ha pisoteado a muchas mujeres: a las de mi generación, las de la próxima generación que tan desesperadamente necesitamos, aquí y en Pakistán y en Bolivia y en Java, por no hablar de las mujeres que estuvieron antes que yo y que no eran admitidas en el laboratorio o en la biblioteca o en la conversación o en la revolución o, incluso, en la categoría llamada humana.