Columna: Pintando el techo de cristal ¿Cuota de género o responsabilidad social?

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Por Thyare Cabello, comunicadora social especializada en temas de género y directora de Bohemia Studio. 

 

En un mundo donde la igualdad de género sigue siendo una lucha constante, las cuotas de género en empresas públicas se presentan como un instrumento necesario para avanzar hacia la equidad. Las cifras en Chile -según el Índice Global de la Brecha de Género- datan una triste realidad presentando un 73.6% de desigualdades, así mismo ONU Mujeres, reveló que apenas el 22.8% de los miembros del gabinete encargados de áreas políticas son mujeres, y que algunas empresas aumentaron la presencia femenina hasta un 20% en sus directorios. La representación de una problemática sistémica.

Ante la necesidad de corregir estas desigualdades heredadas por la historia surge la creación de políticas públicas como el proyecto de ley "Más Mujeres en Directorios", con el fin de establecer un porcentaje mínimo de representación femenina en juntas directivas y altos cargos ejecutivos, la propuesta a un paso para acelerar el camino hacia una sociedad más justa y equitativa; Hace un tiempo me tocó cubrir “100 mujeres líderes”, un evento lleno de energía femenina dispuesta a representar al género, no obstante comencé a pensar ¿Por qué 100 y empresarias? ¿Qué pasa con el resto de las mujeres líderes? Y si hablamos de eliminar los roles de género ¿Dónde quedan las personas no binarias? ¿Qué sea paritario en integrantes quiere decir que no es machista?

Pese a las diversas posibilidades de que estas cuotas se perciban como discriminación positiva, es esencial llevar a cabo procesos de selección sin sesgos, proporcionar validación y empoderamiento para combatir las desigualdades arraigadas, permitiendo así, a que las mujeres alcancen la visibilidad que merecen en el sector público y convertirse en fuente de inspiración para la sociedad. La diversidad de género en los directorios no solo enriquece y diversifica nuestro liderazgo, sino que también está respaldada por estudios que demuestran que puede otorgar un aumento al rendimiento financiero de hasta un 60%.

El sometimiento a una triste cultura cíclica de roles restrictivos y estereotipados desde la infancia, conlleva a una sociedad donde la participación laboral de mujeres no alcanza el 50%, y las que lo logran obtienen salarios un 25.5% menores al del hombre. Fuimos criados en una cultura que nos impone roles desde la infancia, donde las niñas juegan con tacitas y muñecas, son malas para las matemáticas y calladitas se ven más bonitas. Estos estereotipos limitan las experiencias y oportunidades, así lo demuestra un estudio de la UNESCO revelando que solo el 35% de las mujeres en todo el mundo cursan estudios superiores en áreas STEM.

Esta misma herencia cultural ha perpetuado la idea de que el empleado ideal es un hombre, ya que se puede dedicar por completo a su trabajo sin tener en sus espaldas las múltiples labores de cuidado. Hace un tiempo leí un texto de Alexandra Kollontai que me llamó bastante la atención, pues relegaba al hombre del análisis y el estado debía asumir ese rol, mientras lo leía solo pensaba en ¿Por qué? ¿Dónde está el hombre y sus responsabilidades? Esta creencia, arraigada en la sociedad, se convierte en un obstáculo para el desarrollo de mujeres en el ámbito laboral y social.

Según la OIT, las mujeres realizan el 76.2% del trabajo de cuidado no remunerado en el mundo, incluyendo tareas domésticas y de cuidado de familia; la data mencionada en este párrafo, como en toda la columna, da luces de la urgente necesidad de cambiar la cultura sistemática actual y avanzar hacia una más inclusiva que respete a la mujer y derribe las barreras de género.

Las cuotas de género en empresas públicas son un paso hacia una sociedad más igualitaria, donde lo más importante es que el género no limite las oportunidades, así como el experimento de la Orquesta de Bostón.  Las cuotas no deben ser un fin en sí mismas, es fundamental derribar esos obstáculos invisibilizados por una estructura de patriarcado, deben ir acompañadas de un compromiso con la equidad en todas las aristas sociales.