Danesa lleva un año sin depilarse las cejas y el bigote para romper con las exigencias

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Eldina Jaganjac, una tutora danesa de 31 años, decidió hace un año, en marzo de 2020, dejar de depilarse la cara. De esta forma, dejó que el vello natural de sus cejas y su bigote creciera sin intervenciones.

La joven de Copenhague, capital de Dinamarca, señaló al medio británico UNILAD que cada vez se sentía más molesta con las expectativas en depilación y pocas opciones de las mujeres en materias de apariencia.

“Antes de dejar que mi uniceja creciera, sentía que había opciones extremadamente limitadas sobre cómo se suponía que debían verse las mujeres. Si un hombre no se afeita y no se depila las cejas, nadie se da cuenta ni comenta y no es nada fuera de lo común”, aseguró.

Pero la práctica de dejar crecer su uniceja no fue fácil, ya que las exigencias de belleza pesaban en su propia autoimagen. Por esto, debió trabajar en la aceptación de su vello facial.

“Al igual que muchas otras mujeres, he aprendido a controlarme. Por ejemplo, solía no sentirme cómoda al salir a la calle a menos que mis cejas fueran del tamaño pequeño aceptado, y no iría al gimnasio a menos que mis piernas estuvieran bien afeitadas”, explica.

La tutora explica que con esto busca “transmitir el mensaje de que todos somos diferentes y está bien”.

Reacciones a su imagen

Según señala, le han llegado varios comentarios negativos gritándole cosas o miradas de desaprobación, pero explica que esto le sirve para alejar a gente no deseada, incluyendo a posibles citas con "conservadores".

“Si algunas personas no tienen nada que hacer más que gritarles a los extraños, que así sea", dice.

Sin embargo, la joven también ha tenido éxito en Instagram al no depilarse las cejas ni el bigote, con más de 4 mil seguidores que apoyan su decisión.

De todas formas, su decisión se basa en ocupar su tiempo en tareas que la ayuden, y no en su apariencia o en preocuparse de los que los demás piensen.

“He elegido enfocarme más en las tareas y metas que necesito hacer y menos en cómo me veo mientras las hago y si a las personas les agrado o no, porque probablemente nunca las volveré a ver y, si lo hago, no me importa”, explica.