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Oppenheimer (2023): Cocinando la bomba atómica

Por: Esteban Brito
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La nueva película del director Christopher Nolan es un biopic que se cocina a fuego lento y que busca ahondar en la vida y obra del físico J. Robert Oppenheimer (Cillian Murphy), el padre de la bomba atómica.

Nolan ya se convirtió en un verdadero titán dentro de la industria, y suele ocupar algunos de los mismos ingredientes para sazonar experiencias fílmicas que se han transformado en referentes del cine en los últimos años. 

 

Su nueva obra no es la excepción, y se vale de recursos técnicos de primer nivel para contar una historia que contrasta la psiquis de su protagonista, con sus pecados más oscuros y cómo debe lidiar con las consecuencias de la invención más mortífera de la humanidad. Oppenheimer no es una cinta de acción, cautiva por su fotografía, sonido y un montaje que juega con el tiempo; tal como en casi toda la filmografía de su director.

 

En esta ocasión Nolan vuelve al blanco y negro que había dejado atrás en Memento (2000), para contrastar con el punto de vista de Lewis Strauss (Robert Downey Jr.), presidente de la Comisión de Energía Atómica. Estos encuentros y declaraciones le dan al filme una característica distinta al resto de sus producciones. El drama pasa de una escala épica, a centrarse en los personajes y las consecuencias de sus acciones en secuencias donde los diálogos mantienen la experiencia a flote. 

 

Oppenheimer destaca por su preciosa cinematografía, un elenco de personajes muy bien construidos y los ruidos que acompañan el relato. Los efectos sonoros llegan a ensordecer cuando es necesario. Si bien el soundtrack a cargo de Ludwig Göransson es correcto, no logra ser tan memorable como los creados por Hans Zimmer en otros trabajos del mismo director. 

Esta cinta  es una gran preparación que se cuece lento en una gran cacerola, de a poco se la añaden los ingredientes que le dan el sello a su autor: un gran reparto, la fotografía impecable, el montaje, sonidos que hacen retumbar cualquier sala de cine y momentos meticulosamente preparados para generar asombro en los espectadores. 

Lo único que afecta de alguna manera esta receta aparentemente infalible, radica en el foco del filme, ya que luego que de que la película explota (literalmente), le sigue un tercer acto que se mantiene a flote sólo por las interacciones de sus personajes, y que a ratos se siente pesado. Esto es momentáneo, ya que en el desenlace se esconden interpretaciones que de seguro serán nominadas por la academia. 

La historia del padre de la bomba atómica  no es el trabajo más notable de Christopher Nolan, el hombre detrás de cintas emblemáticas como “Inception” (2010) e “Interstellar” (2014); pero es una producción titánica que vale la pena ser vista en la gran pantalla. La receta de este chef encanta, aunque esta vez tiene sabor distinto, y debe ser consumida con más reposo. 


 

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