Juegos Olímpicos: El origen de un torneo en honor a los dioses
Los Juegos Olímpicos pasaron de ser una celebración al dios Zeus a ser la máxima competencia donde son premiados los mejores deportistas del mundo.
El origen de esta competencia se remonta a la Antigua Grecia, donde los Juegos Olímpicos se celebraron durante más de un milenio.
Los Juegos Olímpicos tienen origen en un culto a los dioses griegos. Si bien, existen dos versiones de cómo ocurrieron, ambas coinciden en que la idea de este torneo fue hecha por Heracles, hijo de Zeus, quién deseaba honrar a su padre.
Lo que sí es cierto es que los primeros Juegos Olímpicos en la historia de la humanidad tuvieron lugar en el año 776 a. C. en Olimpia, un pequeño pueblo en el Peloponeso. Las primeras disciplinas que se realizaron en aquel torneo fueron salto de longitud, lanzamiento de disco, jabalina, carrera pedestre, lucha, pancracio y boxeo.
Se cree que en esta primera era hubo cerca de 194 ediciones de los Juegos Olímpicos; pero para el siglo II a.C., dejaron de hacer las competiciones debido a la llegada del Imperio Romano y la prohibición de cualquier celebración a antiguos dioses, ya que eran considerado como "pagano".
Tradiciones de los Juegos Olímpicos
Cada cuatro años, los juegos garantizaban una paz olímpica para que los atletas pudieran viajar con seguridad a Olimpia para competir. El evento se realizaba entre junio y agosto, y se exaltaban valores como la manifestación religiosa, el desarrollo del cuerpo y el alma, la amistad entre pueblos y sobre todo la unidad.
Los atletas que competían en los Juegos Olímpicos vestían inicialmente unos sencillos taparrabos y, desde el siglo V a.C., llegaron a competir desnudos en la mayoría de las pruebas. Hay varios motivos para explicar tan llamativo fenómeno: la ropa de la época no eran tan apropiada para practicar deporte y resultaba incómoda por el tacto y por la sudoración.
Esta decisión, además, concedía igualdad entre los participantes, valoraba el cuerpo de sexo masculino e impedía la participación femenina encubierta. En esa época, las mujeres no podían participar ni asistir a los Juegos Olímpicos.
Las únicas mujeres que podían estar presentes en las Olimpíadas eran las sacerdotisas de Deméter, que tenían un lugar especial en el estadio. Sin embargo, las mujeres celebraban unos juegos separados llamados los Juegos Hereos, en honor a la diosa Hera, en los que dieciséis atletas femeninas competían en carreras.
El fin del culto religioso de los Juegos Olímpicos
Con la llegada del Imperio Romano, los Juegos Olímpicos continuaron celebrándose, pero perdieron su significado sagrado ya que los romanos consideraban que eran prácticas paganas. La última edición de la que hay registros es la del año 393 d.C., durante la época del emperador Teodosio I, quien declaró el cristianismo como religión oficial.
La ciudad de Olimpia fue abandonada y los templos y estadios cayeron en ruinas, poniendo fin a una tradición que había durado más de mil años.
A pesar de su desaparición, el legado de los Juegos Olímpicos de la Antigua Grecia perduró. El espíritu de competencia y excelencia física sobrevivió a través de los siglos y fue redescubierto durante el Renacimiento, cuando el interés por la cultura y la historia clásicas resurgió en Europa. Este interés culminó en el siglo XIX con la creación de los Juegos Olímpicos modernos, fundados por el barón Pierre de Coubertin en 1896.
Los Juegos Olímpicos modernos mantienen muchos de los ideales de sus orígenes en la Antigua Grecia. En la actualidad celebran la unidad entre naciones. La nueva contienda será en París, donde la llama olímpica llegará para marcar otro acontecimiento en nuestra historia.