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La noche recién comenzaba y los socios comenzaron los preparativos para poder pasar la noche en el desierto, por lo que hicieron una fogata para cocinar y capear el frío.
Alrededor de las brasas, Saavedra y Zabaleta se quedaron hasta altas horas de la madrugada compartiendo y conociendo un poco más de su guía, Alí, quien les siguió contando desde cómo aprendió a leer, cómo se vive la cultura de la zona y la vida nómade.
Sin embargo, los impasses no podían faltarle a este dúo de amigos, quienes debieron comer directo de la olla, ya que ninguno recordó llevar utensilios de cocina.
No obstante, esto no impidió que los socios pudieran disfrutar del momento y apreciar entre risas el hermoso cielo estrellado que cubre al Desierto del Sahara.
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