Los habitantes de Estación Central están cansados de las fiestas, drogas y el hacinamiento de los mega edificios de la comuna que afecta su calidad de vida y privacidad.
Con una densidad por manzana que va desde los ochocientos a los mil habitantes, los reducidos espacios comunes dentro y fuera de las moles de hormigones generan conflictos y no solo en Estación Central, también en cada barrio en el que se han instalado.
Este tipo de edificios ha sido habitado por muchos extranjeros ¿Cómo congeniar entre distintas culturas? Un equipo de Bienvenidos fue a la calle para conocer cómo es la vida nocturna en estos barrios.
Una vecina chilena comentó que “se ha perdido un poco la tranquilidad, la privacidad con estos edificios donde son tan grandes, incluso entre los mismos extranjeros que son como más tranquilos, que tienen niños, ellos mismo se quejan de que hay algunos que no respetan el tema de la bulla en la noche.”
Un vecino venezolano, por el contrario, dice que por las noches lo que se da es “mucha ‘joedera’ que le decimos nosotros, mucho compartir, mucho ambiente venezolano, aquí es una pequeña Venezuela.”
Entramos a uno de los edificios y los habitantes nos cuentan que nunca logran ver el sol, ya que tienen otro edificio al frente, conocimos otro caso de un pequeño departamento de un dormitorio en donde viven dos familias, el living se transformó en otra pieza.
Lo vecinos del edificio reconocen que el ascensor es un desastre y deben hacer filas para poder tomarlos.
Solo en entre 1994 y 2015 se habían construido cerca de 280 mil torres sobre los 15 pisos, el 80% de ellas concentradas en 3 comunas: Santiago, Estación Central e Independencia dejando bajo sus azoteas decenas de comunidades acorraladas entre las murallas de concreto.
Una de las vecinas que vive en una casa aledaña a estos edificios dice que le tiran pañales con feca, frutas y verduras entre otros elementos.
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