Publicidad

“Lady Whistledown” de Bridgerton  existió en la vida real

  • Por: Paula Muñoz
Compartir
Publicidad

La serie de NetflixBridgerton”, creada por Chris Van Dusen y producida por Shonda Rhimes, se ha transformado en una de las producciones más populares del último tiempo. 

La serie está basada en la saga de la autora Julia Quinn, y en esta primera temporada nos muestra la historia de amor entre Daphne Bridgerton (Phoebe Dynevor), una joven que espera el matrimonio de acuerdo al rol entregado por su familia, y Simon Basset (Regé-Jean Page) un duque que rechaza el matrimonio.

La joven, en su búsqueda de conseguir el compromiso, tiene una serie de obstáculos a raíz de una misteriosa mujer, Lady Whistledown, que se dedica a esparcir rumores de lo acontecido a la alta sociedad en un boletín, y cuya voz es dada nada menos que por Julie Andrews.

La identidad de Lady Whistledown es la gran incógnita que se mantiene a lo largo de toda la serie, algo que incluso mantiene muy curiosa a la propia reina.

Pero aunque pareciera ser un personaje sacado totalmente de nuestra actualidad y mezclado con la trama para hacerla interesante, en realidad estos boletines de chismes no están para nada alejados de lo que ocurría en épocas antiguas.

Incluso, hay una escritora anónima que escribió a comienzos del siglo XVIII un boletín muy similar al de “Bridgerton”.

“Lady Whistledown” de la vida real

Se trató de “Mrs. Crackenthorpe”, la autora anónima que escribía en el  Female Tatler, el cual estuvo en circulación entre 1709 y 1710, y que tiene características muy similares a Lady Whistledown.

Así lo indica en Town&Country la historiadora Catherine Curzon, autora de "Las hijas de Jorge III: Hermanas y princesas", quien explicó que en esta época era muy común este tipo de columnas en los periódicos.

"Ella recuerda a la 'Sra. Crackenthorpe ', catalogada como' una dama que lo sabe todo '”, dice Curzon. "Es una joya de la sátira, notable por estar destinada a las mujeres y con el objetivo principal de educar, a menudo a través de una observación aguda, pero con un ojo para los chismes”, dice.

Según Curzon, en la época de la Regencia era muy común que los periódicos incluyeran secciones de chismes con caricaturas, las que usualmente no daban explícitamente los nombres de loa aludidos, pero era muy fácil identificar a quien se hacía referencia.  

“Las caricaturas de los ricos y famosos fueron despiadadas y ensartaron escándalos y difundieron chismes tan hábilmente como cualquier columna de un periódico, a menudo diciendo mucho más en imágenes de lo que las palabras podían transmitir”, dijo.

“Para aquellos que no podían permitirse comprar una impresión, siempre estaba la pantalla en la ventana de la imprenta, donde podían disfrutar de los ejemplos más impactantes y, a menudo, lascivas sin tener que separarse de ninguna moneda. Fue una manera rápida y fácil de conocer los últimos chismes, al igual que los titulares de las revistas de chismes de hoy, o los chismes de celebridades de la barra lateral en los sitios web de noticias”, explicó Curzon.

Publicidad