Publicidad

Vacaciones de los hijos: Un dilema para las madres

  • Por: Valentina Blanc
Compartir
Publicidad
Por Carolina Reyes Cristi, psicóloga, Magíster en Psicología Educacional y Directora del Colegio Monteluz

Las vacaciones de los hijos se pueden transformar en un gran agobio para las madres, ya que son varias las interrogantes que se deben resolver en los meses que no van al colegio: ¿quién los va a cuidar mientras trabajan? ¿cómo se van a entretener? o ¿cómo mantener la rutina diaria para todos en la familia? por mencionar algunos.

Lamentablemente este hecho suele traer un estrés familiar. Por una parte, para las mujeres, porque se suma un factor de preocupación adicional a su carga actual y por otro lado para los niños, quienes también resienten la pérdida de rutina escolar, donde estaban ocupados, acompañados por sus pares, socializando y aprendiendo. Esta falta de rutina les genera consecuencias emocionales, ya que gestionar tanto tiempo libre a su disposición, aumenta su ansiedad, irritabilidad y una mayor demanda hacia los padres.

Dicha sobrecarga familiar parental, sumada a la repercusión en los niños, trae efectos a nivel de la salud emocional de las madres, quienes pueden manifestar:

Sensación de agobio: El agobio se vincula a sentirse sobrepasada, al hecho de sentir que los recursos con los que cuento no son suficientes para satisfacer las demandas o resolver las dificultades.

Aumento de la sensación de cansancio: El sentirse demandada las 24/7, inevitablemente trae como consecuencia una disminución de la energía vital y por tanto, la necesidad de descansar más, lo cual al no poder concretarse, aumenta la sensación de agobio y desgano.

Irritabilidad: Siempre que estamos cansados nuestros umbrales de tolerancia disminuyen. Este hecho implica que tengamos menos paciencia y estemos más irritantes, lo cual dificulta la relación familiar, haciéndola más estresante.

Para sobrellevar esta problemática, se hace importante activar recursos de gran apoyo para estas fechas:

  1. Establecer rutinas: Los niños necesitan tener una estructura y están acostumbrados a seguir rutinas, ya que lo hacen desde que comienza su proceso de escolarización. Tener claridad sobre qué actividades van a realizar, les otorga seguridad, calma y disminuye su ansiedad.

La idea es poder “organizar” el tiempo diario con ellos, de esta manera, se puede realizar un horario, donde se establezca que durante las mañanas mientras la mamá trabaja, ellos pueden realizar algún tipo de actividad creativa, juego, lectura, dibujo, manualidades, etc. Luego, dedicar tiempo para almorzar juntos y establecer espacios de tiempo compartido, con algún otro adulto que pueda apoyar en el cuidado.

 

  1. Redes de apoyo: Bajo esta misma lógica, es vital poder recurrir al padre, familiares, amigos u otros adultos que puedan acompañar en este cuidado así, un día toca estar con el papá, otro con la mamá y otro con la abuela por ejemplo. Esta misma organización, es lo que ayuda a bajar la ansiedad de los hijos y de las mismas madres; al tener claridad de qué tiempo dispongo para mí y qué tiempo para ellos.

 

  1. Tiempo fuera: Dada la intensa convivencia que se genera en las vacaciones con los hijos, es muy importante establecer espacios de recreación, distracción y autocuidado personal sin ellos, para poder así recargar energía y dedicar tiempo de inversión emocional para el propio bienestar.

Si buscamos apoyo, distribuimos bien nuestras tareas, nos organizaremos y equilibramos nuestros tiempos personales con el del cuidado de los hijos, las vacaciones deberían convertirse en una instancia de menor agobio y más disfrute familiar.

Publicidad