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Reflexión de una emprendedora alemana en Chile: “Mi único problema al trabajar aquí son los hombres jotes”

  • Por: Constanza Khamis
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El jote es un ave latinoamericana, similar a un buitre, una de esas que dan muchas vueltas en el cielo hasta que encuentran su comida. Además en Chile suele ser una forma de referirse a un varón que galantea insistentemente con una mujer. A la acción mencionada se le denomina jotear.

Me gustaría compartir mis reflexiones alrededor del segundo tipo de jote (el humano), especialmente sobre las diferencias que veo entre Alemania y Chile y el joteo en el contexto laboral.

Para mí, los jotes no son una observación nueva. Cuando llegué en mi intercambio hace unos años atrás, noté que los hombres chilenos eran demasiado amables: me invitaron a mi y a mis amigas extranjeras a casas en la playa, a jugar tenis, a subir cerros, todo obviamente en "pura buena onda". Y me acuerdo que después de un rato cuando ya entendía a donde iban con eso, pensé "Ay, qué lata que una no pueda tener amigos hombres aquí sin que esperan que pase algo."

En Alemania, mi país de origen, es muy común tener amigos hombres. Siempre estudiaba y trabajaba con muchos hombres y era consecuencia lógica hacerse amiga de ellos. No me gusta mucho ponerle etiquetas a las personas o estandarizar una cultura diciendo “los alemanes son así y los chilenos así”. Pero justamente en el contexto de formar amistades con hombres he sentido mucha más facilidad con mis compatriotas.

El alemán en si es bien directo, no es muy de desviarse en comentarios vagos que podrían interpretarse de una u otra manera. Si le gustas románticamente igual te lo va a hacer saber, quizás no de la forma más apasionada, pero como digo, es bien claro y directo. Y eso facilita las cosas y se presta para menos malentendidos. Además si ya está claro que no hay intenciones románticas reales, el alemán tampoco pierde mucho tiempo o esfuerzo en jotear - ¿Para qué?

El joteo laboral es algo que nos pasa frecuentemente a todas las mujeres independiente de nuestra nacionalidad, profesión, color de pelo o estatura"

Pero volviendo a lo chileno. Donde de verdad se me está acumulando un malestar profundo es en el contexto laboral. Pensé mucho tiempo sobre si escribir esta columna o no. Lo pensé tanto porque a una, constantemente, le da muchas vueltas cuando después de una reunión profesional te siguen mandando mensajes que ya no son tan profesionales: "¿Quizás dije algo que se mal interpretó? ¿Quizás me fui a la junta en ropa inadecuada? ¿Quizás es un choque cultural? ¿Quizás me lo estoy imaginando? ¿Me creo la linda irresistible, o qué?". 

Pero después de comentarle el tema a varias amigas y colegas chilenas y extranjeras también, me di cuenta que no es solamente un tema mío: Quizás no se comenta por todos los rollos que nos pasamos, pero el joteo laboral es algo que nos pasa frecuentemente a todas las mujeres independiente de nuestra nacionalidad, profesión, color de pelo o estatura.

Sé que esta columna puede incomodar a algunos hombres, pero igual quiero que entiendan que el comportamiento jote nos pone a nosotras como mujeres en situaciones incómodas constantemente también. Ahora con mi emprendimiento Culotte es clave el networking, salir, tomar café con gente que sabe, que te puede enseñar nuevas cosas y compartir sus conocimientos, y suele pasar que en varias instancias estas personas son hombres.

Sueño con poder dejar de pensar como proponer esas reuniones sin que se espere algo que no va a pasar, como decir las cosas o actuar para que no se malinterprete. Sueño con tener la misma facilidad que tiene un hombre con otro hombre, poder parar de pasarme rollos cuando me invitan a mí a reuniones y cuestionarme si de verdad quieren colaborar profesionalmente o si es una excusa para invitarme a una cita. Y sueño con hombres conscientes que nos tomen en serio y que no se escondan detrás de sus comentarios vagos poco claros y el típico “¡Pero no pasa nada, era solamente por buena onda!" cuando les comentamos que nos sentimos incómodas.

Y quizás, para los hombres no significa nada porque tienen su señora en la casa y solamente querían tirar una talla. Como unos que tocan la bocina a una mujer en la calle con minifalda, solo de chiste. Quizás les parece entretenido, quizás les quita un poco el aburrimiento del día a día, pero para nosotras es sufrimiento. Si puedo cambiarle el punto de vista a solamente un hombre con esta columna ya valió la pena publicarlo. Además ahora puedo mandarle el link de este texto a todos los hombre de antemano para que estemos bien claritos, onda alemana, y no haya malentendidos.

Nathalie Wilk (31) llegó a Chile durante un intercambio en 2015 y se quedó viviendo en Santiago hasta hoy. Se enamoró de Chile, sus aventuras y oportunidades. En Noviembre de este año renunció a su trabajo como consultora de transformación digital en PwC para dedicarse full time a su emprendimiento Culotte que fundó durante plena pandemia. En Culotte vende calzones de menstruación reutilizables, rompe los tabúes en torno a la menstruación y empodera y educa a personas menstruantes. Desde ya pide perdón a algunas pocas excepciones no jotes que considera amigos o contactos profesionales aquí en Chile. Los aprecia mucho.

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