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La historia de la joven que fue torturada y quemada viva por quienes creía sus amigos

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El último de sus torturadores salió de la cárcel el 11 de mayo de 2023

Suzanne Capper nació en 1976, nunca supo quién era su padre y vivió junto a su madre Elizabeth Dunbar y con su hermana Michelle. John Capper adoptó a las niñas cuando se casó con su madre y su mala relación las llevó a crecer en un hogar lleno de peleas.

Cuando Suzanne tenía 14 años Elizabeth se separó de su pareja y dejó a las niñas abandonadas a su suerte, nadie se preocupaba por ellas y buscaban dónde dormir constantemente. Hasta que Suzanne se encontró con Jean Powell a quien consideraba su amiga.

La joven tenía 25 años y tres hijos, alguna vez fue la niñera de las hermanas, ambas comenzaron a vivir con ella, en su casa todo era drogas, fiestas y descontrol. Powell era una persona violenta y manipuladora, vendía y consumía drogas, además comercializaba con partes de autos robados.

Bajo la doctrina de Jean Powell y Bernadette McNeilly

Suzanne dejó la escuela por orden de Jean, la obligó a trabajar y se quedaba con todo el dinero, pero la chica la idolatraba y le hacía caso en todo. Luego llegó Bernadette McNeilly, incluso más cruel y agresiva que Powell.

En el lugar vivían en completo descontrol y usaban a Suzanne como sirvienta, ella obedecía en todo. Un día la joven golpeada y quemada por las amigas buscó refugio con su madre, quien no le permitió quedarse y volvió a la tortura.

Un día Suzanne dijo algo que no le agradó a Powell y esta la amarró a una cama durante cuatro días, luego de eso se refugió con su padrastro, hasta que las dos amigas llegaron a buscarla con la excusa de ver a un chico que le gustaba, la joven se fue con ella sin saber lo que planeaban.

Una excusa para desatar el descontrol sobre Suzanne 

Todos habían contraído ladillas, Suzanne, Powell y McNeilly se acostaban con la misma persona y otros más, todos culparon a Suzanne de las ladillas y la atrajeron a una trampa. Cuando llegaron a la casa que todos habitaban la volvieron amarrar a una cama, le afeitaron el pelo de todo el cuerpo y empezó una sesión de torturas que se extendió por una semana.

Sin comer, ni beber nada, Suzanne fue golpeada, asfixiada, quemada y drogada solo para despertarla y seguir golpeándola. Cuando se dieron cuenta que la familia denunciaría su desaparición decidieron terminar con todo.

La trasladaron a un despoblado y le rociaron cinco litros de bencina, la quemaron viva, cantaron y bailaron a su alrededor mientras se incendiaba. El grupo se fue riendo a carcajadas, pero Suzanne estaba viva.

Vivió lo suficiente para contar todo lo que pasó 

Se arrastró hasta conseguir apagar las llamas y por la mañana la encontraron a un lado del camino y la llevaron a una casa cercana mientras esperaban por ayuda. “Sus dos manos parecían cenizas, sus piernas eran carne cruda y sus pies estaban totalmente chamuscados. Quedé sorprendido por lo educada que era la víctima porque me agradecía permanentemente por asistirla”, dijo el dueño de casa.

Llegó al hospital con el 80% de su cuerpo quemado, ni su madre, ni su padrastro lograron reconocerla, solo la huella de un único dedo que no estaba quemado pudo develar su identidad. En el hospital relató con detalle lo ocurrido a la policía, murió cuatro días después, cuando sus atacantes ya habían sido detenidos.

Un año después los culpables son condenados, tras 22 días de juicio y diversas condenas fueron encarcelados. Pero uno a uno apeló a la sentencia hasta que el 11 de mayo de 2023 salió el último de los condenados en libertad.

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